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sábado, 30 de enero de 2010

15ª Jornada/III Año: Miércoles, 24 de enero de 2010

Resulta que ya estoy aquí...



Resulta que ya estoy aquí, en el más allá. Me ha costado un poco llegar, el más allá está más allá todavía de donde vive Celia, que hay que ir a la Plaza de Castilla, coger un autobús y darse un paseo, pero en fin, estoy tan bien, tan calentito, sin tener que hacer la declaración de Hacienda, ir al dentista, cargar y descargar el coche, hacer compra, angurriarme porque no puedo ir a todas las lecturas de poesía de los amiguetes, ir al pueblo como una obligación, cavar la huerta, estar todo el día subiendo la calefacción que mi mujer me baja, porque ella es calorífica y yo estoy helado, ay los malos tratos invernales, esos no salen en la prensa. Claro que, como es miércoles, me ha entrado la nostalgia de la tertulia del Ruíz y me he bajado, quedándome quietecito, invisible y callado en un rincón. La primera que llega es Rocío, fiel y cumplidora; después el Boss Javi. Rocío recomienda la visita a la exposición de Larra, en la Biblioteca Nacional. Dice que le ha gustado mucho el vídeo. Javi, después de que ambos piden la merienda, comenta su conversación con Ada Salas, la cual, para venir a la tertulia, quiere cobrar porque los poetas también comen. Llega el prosista, el buen prosista, David. Y Rocío recuerda sus tiempos en que fue canguro, qué suerte haber sido un niñito en manos de Rocío. Aparece Sagrario con sonrisa incluida, qué bien. El Boss está diciendo en ese momento que si dios existe es un cabrón, todo eso como conclusión al examen de un poema mío que yo le di antes de estirar la pata y que se pregunta por el dolor de los corderos sacrificados a Jehová. Y aparece, surgido de la tarde, el poetísimo León Cano, que después del rugido de rigor, nos lee su maravilloso poema sobre el fotógrafo Nadal, “Nadal fotografía el sexo de un hermafrodita en el París de 1860”. Aparece José María. León lee un precioso soneto, “El viajero llega a Bizancio” escrito en una noche de espera y cabreo en un aeropuerto, muchas gracias, Dña. Iberia, sin su vuelo aplazado o fallido no habríamos disfrutado de esta perfección. Llega Amelia, nuestra cariñosa (se agradece) y buena poeta Amelia. Lee Sagrario: “¿Dónde están los niños que desaparecen?” Alguien (¿el Boss?) le comenta que en ese poema no hacen falta las referencias concretas, Gaza, Haití, etc., Y surge (¿planteada por quién?) una pregunta: ¿Quiénes se aprovechan de las crisis mundiales? Llega Paloma. Lee Celia; se lo corrige una asonancia, poema muy válido a pesar de ella, quiero decir de la asonancia. Y Rocío lee un relato que a mí me parece buenísimo, “Despedida y cierre para un entrañable cadaver”. El relato tiene mucho salero, a mí me recuerda lo de “Bajarse al moro”. La verdad es que fácilmente podría convertirse en una pequeña pieza de teatro, lo cual no quiere decir que no esté bien así. Es un trío: marido, mujer y un pez. Llega un amigo de Chema, Juanjo, lee un poema del libro que edita “Poeta de Cabra” “Higies es azul”. Encuentro que este chico debería leer a los poetas del 27, a los que no rimaban, y a los que no riman ahora. Lo hemos repetido tantas veces: la rima hay que distribuirla de una manera regular o suprimirla. Y a ser posible no mezclar rima asonante con consonante, etc., etc. Amelia Peco nos recuerda que al día siguiente jueves 28 dará una conferencia sobre el castúo y el poeta Luis Chamizo. Luego nos lee un artículo que ha publicado sobre el escritor boliviano Ramón Rocha Monroy (Cochabamba, 1950) que entre otras cosas es el padre de su nuera. Interesante artículo: "Un escritor se hace a medida que escribe y no por ganar un premio". Se habla de la pobreza, de cómo viven las mujeres en África, en Bolivia, en el altiplano: cavan con sus manos la tierra. La gente es pobre pero es feliz porque depende de sí misma."Que baje el de las barbas que tengo que decirle cuatro cosas", dice José María Herranz. "¿Y los ateos qué?", dice Sagrario. Paloma hace una alusión al relato que leyó Rocío y dice que la familia era "familia de bloque". Insistimos para que Rocío escriba en forma de teatro su relato. Hablamos sobre publicar en España o en Iberoamérica. Ahora ya no hay diferencia ni fronteras. Pronto publicaremos libros electrónicos e-books. Se debate la fiabilidad de los premios. Y comenta Sagrario sobre la poeta Ada Menéndez, que no es nada buena poeta, pero que ha publicado un libro llamado "Abierta de piernas" en la Ed. Bohodón. Hay un grupo en el Facebook que se llama "Yo no soy fan de Ada Menéndez". Hablamos del sexo y de la violencia en el arte, el teatro, la Literatura. Nada de eso puede ser gratuito. El Boss Javier, para ir cerrando la Tertulia del miércoles, lee dos relatos de Juan José Millás del libro "Los objetos nos llaman". Estamos de acuerdo en cómo Millás es capaz de observar la realidad, de darle la vuelta a la relación de los objetos y de mostrarnos los lados más duros y más irónicos de la realidad a un tiempo. Dice David que en algún sitio leyó que un escritor es poeta entre los 20 y 30 años, después sólo puede ser ya novelista. Lee Paloma un poema sobre el hecho de escribir: "La esencia es instantes aislados"

Cerramos ya con tres frases que sirven de deberes para el próximo miércoles:

- Este piso tiene muchas posibilidades pero no tiene luz.
- Un post it en la nevera con tu nombre y tu teléfono.
- Son familia de bloque.

Y entonces, finalmente, el Boss propone un minuto de silencio en mi honor y recuerdo. Cuando éste termina, se oyen algunos suspiros. “Con lo bueno que era”, musita una voz (no sé si se refiere a la bondad de mi poesía o a mi bondad personal, yo preferiría una mentira piadosa, un cambio del verbo ser por el estar). “Con lo amigo de sus amigos” se entristece Chema. “Con lo bien que cantaba el fado”, se escucha otra, “Qué voz tenía”, pero eso parece ya no colar, porque alguien protesta: “¡Pero si tenía voz de gato!”. Y entonces ahí es ella, porque yo digo: “¡Mentira, lo que pasa es que tenía bronquitis!” Y se hace un extraño silencio. A David se le derrama la taza de café que tiene en la mano. Sagrario sale corriendo que se las pela. El camarero le dice: “¡Que se va sin pagar! ¿Qué pasa?” Y ella: “¡Un fantasma, un difunto!”. Todos abandonan precipitadamente la sala, menos Celia, que me dice en tono de reproche: “¿No podías haberte callado? Hay que ver, siempre tienes que dar la nota, genio y figura hasta la sepultura”.


Aureliano Cañadas
30 de enero de 2010

miércoles, 27 de enero de 2010

14ª Jornada/III Año: Miércoles, 20 de enero de 2010

Rascamán, un pueblo nómada...


Su origen es incierto. Hay estudios antropológicos (el más reciente, el de la Universidad de Columbus, Estado de Ohio, U.S.A), que lo sitúan en el barrio de Villaverde Alto (Madrid). Sin embargo, entre los científicos llamados “oficialistas” ha cobrado fuerza en los últimos años una teoría que ubica el origen de esta especie en un lugar a las afueras de la misma ciudad de Madrid, más concretamente, en el barrio de La Alameda de Osuna.

En lo que sí parecen ponerse de acuerdo unos y otros es en otorgar a la especie el nombre de Rascamaneros, gentilicio procedente de Rascamán que, por lo que señalan algunos expertos, aludiría a una montaña o cordillera de un hipotético mundo del que serían originarios los primeros ejemplares. Aunque hay otra corriente de estudiosos que, desde la célebre Universidad de Oichi Bunkyo, en Japón, clasifican a Rascamán como un territorio ficticio, incluso mitológico, algo así como un dios secular a cuya veneración se habrían entregado sus antepasados.

Sea como fuere, los expertos coinciden en señalar las características que homogeneizan al grupo. Resulta sintomático, aseguran, que los Rascamaneros se extasíen ante la belleza de un par de hojas verdes de magnolio, que cualquiera de ellos puede recolectar y traer a su reunión semanal. En palabras del Dr. Oetker, de la Universidad de Lovaina, en Bélgica: “los Rascamaneros son amantes de los libros, del cine, de alguna cena de vez en cuando, sin desdeñar, por supuesto, otras formas de expresión artística”. Se sabe que gustan de reunirse para leerse poemas (como sistema de comunicación, según los psicólogos consultados), que después se entretienen en analizar. De la última sesión, celebrada el pasado día 20 de enero de 2010, a la que acudieron, por orden de llegada Rocío Díaz, Ana González, David Lerma, Aureliano Cañadas, José Mª Herranz y Javier Díaz, han quedado para la posteridad los siguientes ejemplos: Jose Mª Herranz, con un poema sacado de su libro “Los Mitos Incendiados”, del que dejamos aquí constancia gracias a un verso representativo: En densa soledad trabajan las fauces del dragón. O Aureliano Cañadas, de quien se aporta un ejemplo creativo con estructura en verso: Siempre / hay alguien que pregunta por los niños / de Sabra y Shatila.

Lo que sí se conoce con bastante seguridad es que los Rascamaneros no han habitado siempre el mismo territorio, sino que han migrado en varias ocasiones, expulsados por glaciaciones, por el cierre intempestivo de los locales en los que se veían, o por culpa de directoras meticonas de Centro Cultural. El último hábitat conocido les colocaba en el Café Galdós, muy cerca del Congreso de los Diputados. Pero una ola de ruido y escándalo les obligó a huir hacia escenarios nuevos, lo que pareció condenarles a la penosa categoría de pueblo nómada o trashumante, forzado a la búsqueda perpetua de paraísos perdidos.

Actualmente, los Rascamaneros han fijado su residencia en un Café llamado Ruiz, localizado en la calle del mismo nombre. Su nuevo universo tiene puerta de entrada que abren y cierran a su antojo, y que da a un pasillo con perchas en las que se pueden dejar los abrigos, paredes de color crema, espejos de múltiples formas y tamaños (cuadrados, triangulares, rectangulares, romboides, grandes y pequeños), lamparitas de cristal labrado y gran lamparón central de globos esféricos colgando de un techo con molduras. Sillones forrados en tela marrón. Sillas de madera con base redonda y cuadrada. Mesas de mármol. Suelo negro ligeramente descascarillado, que confiere al sitio un aspecto añejo. Y al fondo del todo, junto a una barra ocupada por un camarero que se llama Julián, estanterías abigarradas de botellas que refulgen como luceros.

Los Rascamaneros se alimentan básicamente de café, meriendas del cura con bizcocho de las monjas, agua con gas, ilusiones literarias, pocas certezas, muchas dudas y alguna que otra lectura. Viven sus vidas pero tienen la suya propia en Rascamán. Acuden a su cita con disciplina casi eclesiástica, inasequibles al desaliento, a la lluvia de abril, al asfixiante sopor del verano o al frío muy-cuesta-arriba del mes de enero. Se sensibilizan con las desgracias de sus semejantes, en la misma medida que -y esto, sólo a veces- se irritan: para la tertulia del último miércoles uno de sus miembros, Ana González, elaboró un escrito que trataba de la catástrofe ocurrida en Haití y de las ingentes cantidades de solidaridad e hipocresía mundiales que ha generado. En el Ruiz se informó de que los trasatlánticos de lujo seguían llegando a costas haitianas a pesar de la desgracia, y entonces los Rascamaneros agitaron de lado a lado sus cabezas, chascaron sus lenguas al unísono, y comentaron, no sin pesimismo, que así no se iba a ninguna parte.

Pues sí. Las tendencias más actuales de la sociología moderna se aferran a la circunstancia de que haya días en que los Rascamaneros se comuniquen más a través de la prosa que de la poesía, o viceversa, para dividirlos en dos ramas: la rama de los narradores y la rama de los poetas. Una de las más insignes y premiadas Rascamanera-narradora, Rocío Diaz, leyó en la última sesión un relato titulado “Una carta, llámale de amor”, en la que, con su calidez y ternura habituales, contaba una historia de amor hacia uno mismo, cerrándola con una cita del genial Oscar Wilde: “Amarse a uno mismo es el comienzo de un idilio eterno”. A decir verdad, los Rascamaneros no se ciñen a normas que no hagan referencia estricta al estilo literario. Por eso, Javier Díaz, como miembro más veterano, clausuró el acto dictando cuatro mandamientos rascamaneros que podían considerarse elementales: 1. Evitar los términos abstractos, 2. No utilizar adverbios terminados en -mente, 3. Esquivar las oraciones en pasiva, 4. Huir de los lugares comunes.

Como toda especie que piensa en el futuro y sueña con perdurar más allá de los límites del tiempo, los Rascamaneros tienden a reproducirse con facilidad. En términos biológicos, como ha declarado el Sr. Buitoni, profesor de la Universidad de Milán (Italia), y una de las mayores autoridades en la materia: “puede afirmarse que los Rascamaneros, aunque han tenido sus épocas, son en general muy fecundos. No facundos, que eso es otra cosa.” Sin ir más lejos, en su última tertulia han vivido la felicidad de contar con una nueva incorporación que ha hecho crecer la parentela: Paloma Sánchez.

Nuevos estudios sobre esta especie han sacado a la luz datos significativos que dicen mucho sobre el carácter de los Rascamaneros, y más específicamente, sobre los estrechos lazos que los vinculan. El profesor Casatarradellas, catedrático de PACGSVR (Psicopatología Aplicada al Comportamiento Grupal de los Seres Vivos que Respiran), en la Universidad de Queensland, Australia, destaca el hecho de que al finalizar cada reunión les cueste tanto separarse, y que se queden ahí, en la puerta, hablando de lo divino y de lo humano, sin solución de otra continuidad que no sea la de despedirse hasta el miércoles siguiente. Las tesis del profesor Casatarradellas concluyen que los Rascamaneros son así y que cualquier intento por modificar su conducta produciría el mismo efecto que hacer cruces con el dedo en la superficie de un río. Es decir, ninguno.

David Lerma
24 de enero de 2010

lunes, 18 de enero de 2010

13ª Jornada/III Año: Miércoles, 13 de enero de 2010

La Tertulia "Rascamán" se traslada al Café Ruiz

Ecos de sociedad. Natalicios

La señora de Ruiz, de soltera Tertulia de Rascamán, ha dado a luz a una niña, primera de sus bitácoras, el pasado miércoles día 13 de enero de 2010, en el madrileño y concurrido barrio de Malasaña.

Tanto la madre, como la hija, están perfectamente de salud.

La niña recibió en el bautismo el nombre de "doña Consolación de la Soledad y las Angustias, el Amparo y los Dolores, para el Consuelo, Auxilio, Socorro y Martirio de la Piedad", como deseo expreso de su padrino don Ismael Constantinopla.

A dicho bautizo también asistió (por orden de llegada) además del ya nombrado: su madrina doña Rocío de los Díaz, el abuelo don Aureliano Cañadas, sus tíos don Javier de los Díaz y don David de Lerma, sus tías doña Celia Cañadas y doña Ana González, y en último lugar y cerrando el séquito de celebridades apareció su también tía carnal, doña Carmen de la Frontera y Quiroga.

El feliz natalicio y perdónenme la expresión “fue la polla”.

Empezando por el catering, ofrecido por el señor don Julio, camarero de pro, que antes de llegar los invitados dispuso el lugar encendiendo luces, juntando mesas, arrimando sillas, y cerrando puertas para que no entrara el ruido, dejando esa parte del local solamente para uso y disfrute de los insignes invitados, atendiendo a éstos desde el primer momento con todo tipo de atenciones. Hagamos pues señores, una ola virtual para el camarero don Julio.

Los invitados entre cafés, infusiones, cervezas y raciones de tarta y bizcocho brindaron con renovada alegría por la recién nacida. Una niña lustrosa, feliz, muy tranquila, que apenas hizo ruido en toda la velada.

El abuelo don Aureliano Cañadas, como en todo bautizo que se precie, habló de las Sagradas Escrituras nombrando a Caín y Saramago. Y después le dedicó al bebé uno de sus poemas: “Por el amor que no hice”

Jamás me entregues

A la voracidad de la tierra, a su desgana.

Cuando llegue el momento, sea tu hijo, no tú,

Como a orillas del Ganges, el que prenda la pira....

Lejos de “ser un patán”, no en vano siempre va “hecho un Adonis”, se despidió con elegancia el abuelo don Aureliano Cañadas y salió “por piernas” a saldar una deuda con el Círculo de Bellas Artes, no sin antes perder un paraguas en la marcha.

La tarde estaba lluviosa. Sin embargo el cielo plomizo y la humedad reinante no rizó el ánimo de los invitados. Aunque a más de uno le hubiera gustado que no sólo hubiera llovido sino que incluso hubiera nevado. Pero “No cuaja” fue el lamento hecho reflexión del padrino don Ismael Constantinopla. Quién haciendo gala de buen humor, a pesar de su cansancio, acompañó de anécdotas de su juventud esquiadora la lectura de su texto:

“Nos han engañado, han vuelto a jugar con nosotros. Nos advertían de que un temporal de nieve dejaría Madrid blanco y aquí estábamos esperando. Caen copos pero no cuajan; ahora parece que caen con más fuerza, pero nada de nada. Y en este Impasse la masa se posiciona en dos bandos: los que no quieren que cuajen y los que sí quieren...”

Al hilo de su narración, casi periodística, la sonrisa que sus palabras han dejado en la cara de los invitados, no impide que se alabe el buen hacer de “Isaac Rosá” escritor, cuyas columnas merecen ser leídas a juicio de don Ismael, con el beneplácito de doña Rocío de los Díaz.

Y quizás fuera don David de Lerma tío de la recién nacida, “hasta el tuétano” de estar callado y ebrio de celebración, quien echara al aire varias palabras esdrújulas a modo de confeti. El caso es que llegado un determinado momento que nadie había previsto todos los allí presentes jugaron con las esdrújulas, echándoselas los unos a los otros, intentando que ninguna de ellas cayera al suelo, esforzándose por mantener más de alguna en el aire, bailando, rebotando, moviéndose cálidas y rápidas, cual tómbolas mágicas, cayendo finalmente lánguidas en los hombros de los ínclitos comensales.

Don Javier de los Díaz, sintiendo un repentino impulso, inflamó su vena poética y lanzó al aire un par de poemas:

Sin título

Cuando te marches de casa

deja las luces

encendidas.


Necesitaré

reconocer

el camino

de vuelta.


Al hilo de su declamación se habló de la película “El cónsul de Sodoma”.

Pero otra vez se hizo don Javier de los Díaz con el protagonismo de la celebración y recitó otro poema:

La escultora

Con poeliespán

con madera y cartón

tallas pequeñas esculturas

para reconocerte...


A estas alturas de la velada ya ningún convidado era de piedra, sino que eran de dulce y versos, de sonrisas y complicidad. Bendito silencio...

¿Fue doña Celia Cañadas quién habló de Juan Carlos Mestre? Claro que sí, y no contenta con eso, además se hizo con el micrófono que se pasaba la concurrencia y en un arranque de verbo y rima también contribuyó a la fiesta de la recién nacida con un poema titulado “A manos llenas” “¿No era “A manos llenas” un poema de nosequién...? ¿No era una canción...? C

reemos que doña Celia Cañadas revisará ese título pero el poema decía así:


No es cierto.

En los dibujos animados

No se disfraza el dolor...


Y ya embalad a se dejó caer con otro poema más...

Todas las mentiras

de mi niñez

equidistaban

del miedo...


“Todos los relatos y los poemas tienen que tener un regusto amargo si no, no molan...” Dijo alguien. “¿Está dado el Premio Nadal?” Dijo otro... “Habría que ducharse los días esdrújulos” apostilló un último... El lenguaje salpicado de frases inconexas y aparentemente sin sentido daban fe del grado de ebriedad de los allí reunidos...

La última en ofrece

r su regalo de letras a la recién nacida fue la madrina doña Rocío de los Díaz:


“Cuando me habla me mira a los ojos.

Después aún espera a que yo termine de hablar y al contestarme, lo vuelve a hacer mirándome a los ojos. Sin cambiar el canal de la televisión, sin hojear ninguna revista, sin repasar la correspondencia acumulada. Le basta conversar conmigo...”

A la salida del evento todos los familiares de la recién nacida, se hicieron una foto posando bajo la lluvia, que dejará para la posteridad el recuerdo de tan alegre ocasión.

El natalicio de la señora de Ruiz, se celebró con toda la pompa y boato que merecía. Y brilla en los ecos de sociedad, dejando fiel memoria de la alegría del reencuentro, la complicidad y armonía de los allí reunidos y la felicidad que emanaba de cada uno de ellos por tan dichosa noticia.

Ha nacido la primera de las bitácora de la señora de Ruiz. Brindemos por ella.

Rocío Díaz Gómez
17 de Enero 2010

domingo, 3 de enero de 2010

12ª Jornada/III Año: Sábado, 19 de diciembre de 2009

La cena del amigo invisible de la Tertulia RASCAMAN
(en la foto: Carmenfron, Sagrario, Rocío, David, Vicente, Javier, Celia, Ana Delgado y Laura Nuño)


I. Guiso navideño con Tertulia Rascamán

  1. Enfriar el ambiente exterior, hasta convertirlo en una noche de sábado gélida y navideña.
  1. Precalentar el restaurante a unos cuántos decibelios de ruido. E introducir en él, dos mesas pegadas a la pared, que iremos rodeando poco a poco de comensales con ánimo festivo y bullicioso.
  1. Escoger a diez tertulianos de pro, con talante agradable, y muy sociables. E ir apretándolos poco a poco, a medida que van llegando, hasta conseguir que quepan bien juntitos en las dos mesas.
  1. Cortar bien finas las conversaciones. Libros y poesía, recitales y actualidad. Picar unas risas. Y añadir varias cucharadas de fotos al gusto de algunos y disgusto de otro. Con todo ello preparar una mezcla espesa con que se rociará a los tertulianos de forma más que generosa.
  1. Escogemos también un par de camareras, una más sonriente que la otra, y un invisible plato de avestruz que no tienen a quién adjudicar. Y les hacemos sitio en los huecos entre las conversaciones.
  1. Poner en el horno a temperatura ambiente de tertulia en Navidad. Tapar y dejar hervir a fuego moderado de complicidad, bienestar y afecto.
  1. A modo de guarnición, acompañar a los tertulianos con un gran saco decorado de motivos navideños y lleno de regalos de amigos invisibles. Esconderlo bajo las dos mesas. Remover todo el tiempo. Y después añadir a cada tertuliano visible un regalo al azar, pero al gusto de otro tertuliano amigo e invisible.
  1. Para hacer el postre. Cuando ya los tertulianos están hechos, y han intercambiado platos y regalos, sacarlos despacio del local. Y ponerlos a reposar en el Café Ruiz. Retirar dos cucharadas grandes de conversaciones y risas del jugo que ha ido cayendo en las dos mesas anteriores y echarlas suavemente sobre ellos. Colocar la mezcla en un recogido rincón, más silencioso que el del restaurante, ahora casi familiar, y removerlo con tranquilidad un largo tiempo. Se puede añadir chocolate a la taza y te de canela con licor. Se chuparán los dedos...
  1. Se sirve despacio, se saborea, se disfruta.
  1. Finalmente se vuelve a sacar a los tertulianos a la noche gélida de un Madrid de finales de diciembre del 2009 y tras breves despedidas se les reparte en distintos y oportunos taxis que les devolverán a sus casas. Cada uno con un regalo literario y una tonta e invisible sonrisa en la memoria.

Rocío Díaz Gómez
23 de diciembre de 2009




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II. Tertulia itinerante, en la última cena.

Eramos diez, los chicos con los chicos, las chicas con las chicas. Rollitos de ciervo, intercambio de platos: unos por error se comen las mil y una hojas de Rocío. Carmen y su asombro de niña, al descubrir dentro velas, libro, incienso y amor del que lo preparó. Libros para casi todos, plumas... y allí estaba mirándome de frente con sus bucles Gustavo Adolfo Bécquer, su poder hipnótico me lleva a la melancolía y el deseo imposible. Rimas y leyendas son un consuelo de su esencia. La cena alargada como los cuadros del Greco y la mesa que nos sustenta, cuando todo acaba apago la vela y Ana con sus deditos se materializa en pequeña travesura, sus yemas son ahora de cera.
Laura, siempre la veo como la niña que fue entre nosotros en aquellos días de Ágata.

El frío hoy es tan intenso como el calor de las conversaciones y el afecto de años y recuerdos.
Risas adolescentes en el espejo que nos refleja, Celia, Rocío, Carmen, Sagrario.
Escapamos del bullicioso ambiente de Nina y nos encariñamos como en un flechazo al instante del rincón con radio antigua del Café Ruiz.
En un círculo acogedor, entre licores, infusiones, té de canela, los tertulianos de improviso "tertulean", encontramos un espacio donde el silencio hoy nos deja escucharnos los unos a los otros, saboreando cada palabra hasta la madrugada.


Sagrario del Peral
24 de diciembre de 2009





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III. Los Diez Negritos. Argumento

La novela relata la historia de 10 personas (el joven David, el señor Javier y la señora Rocío, la señora Sagrario y la poetisa Ana, la detective Celia y su esposo, la prosista Carmen, el aventurero Vicente y la joven Laura. Algún que otro erudito más no apareció emulando al anfitrión de aquella novela que llevaba por título "Los diez Negritos". Se invitan a una cena de Navidad cuyo delicioso menú (perfectamente descrito en Mini-bitácora de Rocio) reservando mesa en el Restaurante Mina. Tras la degustación entre las calles del antiguo barrio de Bilbao hacen su entrada en el antiguo café Ruiz y ahí deciden cambiar el ritmo de sus vidas. A partir de ese momento, tertuliarán en ese lugar lleno de encanto y alguna vieja cocina de carbón e incluso escucharán palabras desde las estrellas.

Nada que ver con aquellos Diez negritos (And Then There Were None) de Agatha Christie con un misterioso anfitrión que no aparece mientras van siendo asesinados uno por uno siguiendo las ingenuas instrucciones de una canción de cuna.

Carmen Frontera
28 de diciembre de 2009







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IV. Díez líneas

Hoy cuando volvía a casa desde la oficina me ha asaltado un pensamiento inquietante.

Me he preguntado si soy real. Al abrir la puerta he corrido a encender el ordenador y he buscado mi nombre en la red. He vencido la tentación de pellizcarme porque temo el daño que produciría el vacío entre mis dedos. No me atrevo. Entonces he probado a escribir en el buscador mi nombre seguido de la palabra mágica Rascamán. El resultado me ha tranquilizado porque hay evidencias incuestionables. Y deben ser ciertas, esta noche nos reunimos para cenar en el barrio de Malasaña. Hace tanto de este metro, de este Café Comercial y sus acogedores soportales… pero aquí están de nuevo tangibles y aunque helados. Vamos descubriendo nuevos escaparates, restaurantes, locales.

Reunidos entorno a la mesa, el frío cortante y doloroso desaparece inmediatamente y nos queda una noche de conversación animada, de regalos, fotos y amigos. Sí, soy real.

Celia Cañadas
28 de diciembre de 2009



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V. Pseudobitácora de la cena de Navidad
Encuentra las diez palabras (porque fuimos diez los comensales) de la cena de Navidad rascamanera.

F

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A

L

W

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F

O

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O

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N

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A

K

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G

S

N

J

H

X

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L

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O

S

A

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R

I

E

S

F

D

G

F


Ana Delgado Cortés
2 de enero de 2010






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VI. Los amigos visibles

No os olvidéis.
El sábado 19 de diciembre a eso de las nueve menos diez de la noche nos empezamos a reunir en la puerta del restaurante Nina, en Malasaña. Condición indispensable, traer un regalo para hacer "el amigo invisible" de temática "literaria" y que sirva para chico o chica alrededor de 8 euros. Están previstos unos diez asistentes. Rocío ha conseguido reservar. Nos ha costado encontrar sitio esta noche para cenar, que es cuando sale todo el mundo, el fin de semana justo antes de Nochebuena.

Ya después de la cena y de los regalos (que esperamos que a todo el mundo le haga feliz el que le toque) y en previsión del frío que se espera en esa noche (dicen que una de las más frías del año) nos iremos a tomar algo y a terminar la noche de amena charla al cercano café Ruiz. Creo que lo pasaremos bien, lo que importa más que el regalo del amigo invisible o la cena es compartir la noche con los b
uenos amigos visibles. Echaremos de menos a los que no puedan venir. El próximo día que nos veamos será el día 13 de enero de 2010 en el que reanudaremos la Tertulia. ¿Qué sorpresas nos deparará la noche?

Javier Díaz Gil
3 de enero de 2010



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VII. Diez mandamientos para una cena tertulia-versión nocturna

PRIMERO: Acudirás puntual a tu cita en el Restaurante Nina, en pleno barrio de Malasaña.

SEGUNDO: Bendecirás la cena, agredeciendo que te haya sido concedida la suerte de compartirla con gente de verbo radiante y muy alta enjundia.

TERCERO: Te alimentarás, no sólo de las vituallas que traigan camareros vestidos de negro, sino también de las palabras, experiencias, reflexiones, chistes, ideas, con que te premien tus compañeros de mesa

CUARTO: No robarás. En todo caso, intercambiarás regalo de amigo invisible con otro/a compañero/a, movido siempre por afanes filantrópicos.

QUNTO: Saldrás de nuevo a la noche, en busca de otro refugio donde sea razonablemente posible prolongar la velada, hasta lograr el milagro de encontrar el Café Ruiz.

SEXTO: Cometerás los actos impuros que se limiten al siguiente catálogo: café con leche, té de canela con licor de canela, chocolate a la taza y algo de ron.

SÉPTIMO: No dirás falso testimonio ni mentirás; sólo dirás la verdad, con la que abrirás tu corazón a quienes pertenecen a esa especie a punto de extinguirse de personas que saben escuchar lo que les dice el prójimo, como las que disfrutan contigo ahora del gran descubrimiento del Café Ruiz.

OCTAVO: No usarás el nombre de Rascamán en vano, salvo para hacer apología de la amistad.

NOVENO: Soñarás con tertulias futuras exactamente iguales (o al menos parecidas) a la que se termina, en un lugar que será como el que acabas de abandonar camino de tu casa.

DÉCIMO: Cazarás al vuelo un taxi que navegue la madrugada, antes de que el frío polar de diciembre congele la calidez de los buenos momentos vividos.

David Lerma Martínez
4 de enero de 2009





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