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martes, 25 de noviembre de 2014

6ª Jornada/VIII año: Miércoles, 12 de noviembre de 2014

Agujero de gusano

Después de haber soportado fuertes temporales, que por poco no lo contamos, León, como si la cosa no fuese con él y tras amainar la cólera de Zeus nos recomendó la peli argentina Relatos Salvajes, cosa que provocó un debate un tanto disperso que fue cortado de un hachazo en la cubierta por el referido al dudar el personal de su afición por el cinematógrafo, duda que disipó tajantemente al mostrarnos documentalmente su afición por el cine: de su cámara particular nos trajo un sinfín de pequeñas carteleras de películas -tipo cuartilla-, de las que se daban a todo quisqui en los tiempos de maricastaño y, por si fuera poco, efectuó una videoconferencia con varios cines de todos los continentes que dieron fe de su afición, ya que todas las veces que tomábamos tierra, el bueno de León en vez de ir de tasca en tasca, se iba a ver una peli tan pancho y sin decir ni pío al personal. Bueno; pero la cosa, como pueden suponer, fue suficientemente documentada como para que tomásemos nota de la clara afición de León al cinematógrafo, cosa que hay que anotar en el haber de este poeta tan singular, todo él vestido de soneto.

Y como cuando alguien en las tertulias marineras recomienda algo, siempre hay otro que no quiere ser menos. Rocío nos indicó que leyéramos La Soledad, novela de Natalio Grueso, para a continuación leerrnos el cuento titulado  El desdoblamiento, en el que se narran admirablemente las aventuras de un personaje que poco a poco se va desprendiendo de las cosas cotidianas -vamos, un  striptease- que con esto del bilingüismo de nuestra Comunidad, el que no se actualice será dentro de unos días arrojado al abismo de la indiferencia y, según creo, a los vejetes se les disminuirá la pensión si no hacen un cursillo acelerado de inglés. A lo que íbamos, nuestro protagonista, después de deshacerse de la pesadez de todas esas cosas que nos aturden diariamente, voló y se trasladó a un universo paralelo en el  que se convierte  en escritor de pequeñas historias.

 Estupendo Rocío, siempre  tan imaginativa.

Por su parte, Paco, el hombre menguante, nos comunicó de repente que había perdido 2 cm este año, aclarándonos que lo alarmante del caso es que perdió 1 cm en los 40 años anteriores, lo cual provocó entre la marinería una acelerada búsqueda de metros para tomar la medida de la estatura, por si acaso esto o lo otro, y contrastarla con las últimas medidas de la referida.

Mientras tanto, León buscaba a babor y estribor los dichosos 2 cm perdidos por Paco, no sea que se le hubiesen caído con los vaivenes del barco al que le había sometido la tormenta.

A continuación, tras arreciar el viento e hincharse el velamen, el barco se deslizó velozmente por las tranquilas aguas del Océano. Paco nos leyó un poema épico dedicado a los pueblos, un elogio a la lucha de los mismos. Un poema bastante bonito, en el que el lirismo rebosa por los cuatro costados; pero, aun reconociendo el valor épico del poema, no pude dejar de mostrar mi  disconformidad con que la  lucha de los pueblos contra la opresión está ganando la batalla pues, la verdad, según va la cosa me da en la nariz que estamos dando pasos hacia atrás aproximándonos, poco a poco, a otro tipo de barbarie: la tecnológica-mercantil, acercándonos, diría yo, a un feudalismo de autómatas. Paco me miró, me señaló con el dedo acusador del signo de la Historia, y sentenció: “la lucha de clases está  llevando el progreso a los pueblos”. Más bien -le repliqué- la tecnología es lo que ha triunfado, Paco. Éste me miró acusadoramente y me retó a un duelo para resolver nuestras diferencias. Sería La Historia la que diría quien llevaba razón pero  un cubo que se había depositado en la punta del palo más alto cuando la dichosa tormenta, sería el que pondría fin al cruce de sables, al caer estrepitosamente de dicho mástil.

Paco, repuesto del susto, terminó con un poema dedicado a Neruda en el que, entre otros, citamos estos versos:

“Pablo
tu poesía nos cubre
y nos da paso
a nube desprendida”.

María Juristo, sacudiéndose todavía  los restos de la tormenta, tomando asiento en un destartalado taburete, tras hacer una  reseña  a una Antología de Gamoneda y leer unos versos de la misma -de los que no puedo dar cuenta porque las aguas emborronaron esta parte de la Bitácora- leyó un hermoso poema del que rescato estos versos:

“La noche era
piel negra
sobre el mar azul
de los días aplastados”.

Siempre María refiriéndose al mar para describir sus sentimientos; el mar siempre el mar de su Andalucía.

María Antonia, por su parte, nos leyó un poema corto profundamente erótico, radical y directo.

Por su parte Isabel Morrión, hojeando su último poemario titulado “Del agua del olvido nos leyó un poema  sobre el paso del tiempo, del que entresacamos los versos:

quiero que sepas
que las nieves no empañan
los cristales del alma.

Poema muy bueno, con abundantes imágenes y metáforas que expresan las fluctuaciones del amor que no cesa, a pesar de los años.

Isabel terminó con la lectura del poema Deseo, del que entresacamos, entre otros, el verso:

Deseo dormir de nuevo en tus pestañas.

De pronto un ruido a babor producido por la rodadura de un barril que impulsado por el malabarismo de Paloma Sánchez que, como atleta grecorromana, lo hacía girar a toda velocidad a base de danzar sobre su circunferencia ecuatorial, nos sobrecogió a todos que corrimos en tropel al chocar aquél contra la proa del barco y salir Paloma danzando por los aires hasta darse de bruces con las aguas del Océano. Una vez rescatada y como si aquí no hubiese pasado nada, ni corta ni perezosa, nos empezó a contar las vicisitudes de su diario provisional leyéndonos parte de su contenido en el que, con una prosa vitalista y directa, nos refería magistralmente una mezcla de experiencias personales a través de la lectura, abundando en la crítica literaria de determinados textos que rememoraba en este singular diario.

Terminado lo cual, se sacudió la ropa y al presente le salpicó a base de bien que, como buen chaval, no expresó ninguna contrariedad.

Cinta, por su parte, nos leyó un poema amoroso, de tipo lorquiano del que entresacamos los versos:

“Tengo una llaga en la cara
corazón  sigue latiendo
colmará con tu recuerdo
…”

Muy bonito.

Ana que acostumbra a escribir en el metro, pues cuando arribamos en algún puerto se lo pasa bomba paseando y escribiendo en dicho artefacto en medio del silbato y el ruido de los pasajeros, nos  leyó un poema sin título y que, tras ligeros retoques, quedó precioso. Entresacamos los versos:

“El color de tu rostro
está más vivo que nunca
en el mes de los muertos”

Alma nos recitó el poema insonoro titulado “Sin letras”, obsequiándonos, a falta de palabras, con la mejor de sus sonrisas.

El que esto escribe, por su parte, tras pedir permiso para leer un poemilla titulado “De unos súbditos a sus superiores” y recibir una sonora pitada por parte de los pelotas del capitán que, enfurecido, atravesó mi poema con una daga impidiendo de esta suerte su lectura y hacerme pasar por la quilla acusado de delito de rebelión; el que esto escribe, repito, desistió de leer tal poema,  escondiéndolo en las más recóndita gruta de su cerebro, custodiada por cien mil células-candado.

De repente, Poseidón, armado con su  infernal tridente nos sacudió con su furor, teniendo que soportar las arremetidas del oleaje provocado por un terremoto marino que hizo virar nuestro maltrecho barco a troche y moche, tras numerosos vaivenes que provocaron la extenuación de la tripulación, haciendo añicos parte del velamen, mástiles partidos, barriles de agua  rodando a unos 100 kilómetros por hora que se estrellaban contra los cañones de nuestro velero, teniendo que estar atentos  a las astillas que, como proyectiles salían volando por doquier, no fuera que, por un quítame estas pajas, se ubicaran en nuestros asombrados y estupefactos ojos. Cubos, fregonas, garfios, jarcias desprendidas, botes salvavidas volando por los aires, palo del trinquete por los suelos que por poco aplasta la pata de palo de Javi, el capitán, varios obenques rotos danzando sobre nuestras cabezas con vocación de proyectiles...para qué contar. Menos mal que sin saber cómo ni dónde, nos metimos en un “agujero de gusano”, y de buenas a primeras nos vimos amarrados en el país de los legendarios hispanos con lo que el resto de la tripulación en vez de seguir leyendo sus historias, echó a correr a la caza del exministro Rato y su colega Blesa a los que habían confiado sus perdidos  ahorros, conseguidos después de tantos esfuerzos de navegar por Los Mares del Sur.

  (Nota: agujero de gusano es una discontinuidad del espacio tiempo, en el que se puede viajar de forma instantánea de un punto a otro del Universo, como si no existiese ni el espacio ni el tiempo.)


Juan Manuel Criado Manzano
23 de noviembre de 2014

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