¡He dicho que a fregar la cubierta, o juro por Zeus,
que os hago picadillo, bellacos!
Javier había
decidido, visto lo visto que el
personal no daba un palo al agua por eso de los tiburones y otras cuestiones
de menor cuantía o lo que es más grave, por razones que, por pudor, el que
escribe esta bitácora no está por la labor de desvelar; Javier, digo, decidió
que fregásemos el buque a la voz de ya. Vamos, que lo dejásemos como un jaspe. La que se armó
fue de órdago: que si esta pata no me funciona, que si el ojo todavía presenta
recuerdos dolorosos del último balazo, que si la diabetes no me deja descansar
por la noche, que si últimamente sueño con que la voy a palmar en breve, que no
hace falta que te pongas así Javi, que si los sabañones me escuecen que no
veas, que si esta colitis no me deja un momento libre, que si patatín que si
patatán; vamos, la de Dios. Ahí no había nadie que cogiera una escoba, y de la
bayeta no digamos. En eso estaba pensando el personal. Ellas porque se habían
declarado independientes de los machotes, y estos porque estaban con dolores
por doquier; pero el caso, es que ni un palo al agua. Barullo marinero de proa
a popa, y en medio, Aureliano, como que no adquiere la cosa, recitando poemas
de “La Isla de la Nada”:
“ Sería conveniente
que dejaras vacío el corazón
…”
Y en otro
poema, hablando de los suicidas, Aureliano, nos recita los versos:
“ A la justa medida que se acerca
uno a uno abandonan sus deseos
…”
Para
terminar con el magnífico verso,
refiriéndose a la muerte:
“ La única,
la summa, libertad concedida.”
Qué
tío. Pásalo muy bien en estas vacaciones que el capitán te ha regalado sin que se entere el personal, porque en esto de los favoritismos la piratería
es muy quisquillosa. Veo como te largas sigilosamente y te libras del barullo
marinero, viejo bribón, mientras sujetas con una cuerda los manuscritos de tu nuevo libraco.
Hasta la próxima, Aureliano, y cuidado con los
baños en las playas frecuentadas por
tiburones de cuello blanco, que estos mendas son capaces de apostar por la
muerte de tu gatito y su próxima resurrección. Aprovechan cualquier cosa con
tal de jugar con las vidas ajenas a cambio de suculentas sumas de dinero.
Cualquier cosa, Aureliano. Sujeta bien el manuscrito y toma las de Villadiego
antes de que te secuestren semejantes rufianes y nos encontremos el día de mañana con que tu poemario es sometido a la especulación en las Galerías de Venta de Objetos de la Piratería.
De repente,
Javi, apuntando con un cañón a la tripulación, grita fuera de sí: ¡He dicho que a fregar la cubierta, o juro por Zeus que os hago picadillo, bellacos!
Jo, que
tío, la cosa no es para ponerse así. Sí, sí, que ya vamos con la limpieza. Como un jaspe, que sí, sí.
Bayeta de
proa a popa, tras seguir el camino que abrían los cepillos de raíces en la cubierta
llena de residuos de meses y que habían formado un solo cuerpo con el suelo de madera. Se pueden imaginar la
melodía originada por el ras ras de los intrépidos cepillos, mezclados con la
armonía desencadenada por cientos de tacos de la peor estopa. Y lo más curioso,
que en medio de este estropicio, Cinta recomendó al personal la lectura del
último número de la Revista Mercurio, dedicada a los Goytisolo y en la que se resaltan artículos sobre la influencia
mudéjar y musulmana en nuestra Literatura. Os podéis imaginar soñolientos
lectores, los gruñidos del personal: que sí, que estaban ellos para pensar en
mudéjares y demás zarandajas, que lo que tenía que hacer era echarles unas
manos, que con eso de la revolución femenina es que no tenían ni un momento de
asueto. Ni caso. Absolutamente ni caso. Y ellos ras que te ras, cubo que viene
y que va, y Cinta leyendo a sus compañeras de correrías dos cuentos del libro
titulado Historias Naturales de Jules Renard. El primero, que trata de un
cisne entretenido en las aguas de un lago, en el que el autor nos embelesa con
una descripción poética del paisaje y de los armoniosos movimientos del
plumífero al meter la cabeza dentro del
agua para, al final, sorprendernos con que el condenado plumas estaba engullendo
un suculento gusano. Y no digamos con
las pericias del pavo real que se va a
casar. Otra delicia con humor desbordante. Lástima, que se haya perdido esta
parte de la bitácora; pero es que uno de mis compañeros, me arrancó la hoja violentamente,
porque en un descuido le había dado con la bayeta en el bigote.
¡ Cosas de
la marinería!
Ante nuestro
asombro, Fenoy nos sorprendió con un poema místico sobre Francisco de Asís, del que destaco la
siguiente estrofa
III
¡Ay! Sombras, sombras
plenos de barro
y llamas;
presas rodáis
de soledades
vivas ,
debajo de los
sueños.
Magnífico.
Cuando intentaba mojar la pluma en el
tintero, hete aquí que el revoloteo de un ave, parecido al de un avión que se
dispone a aterrizar, me hizo erguir cual palo rígido, enseñoreándome en la
verticalidad perfecta, 90º exactamente con respecto al suelo de cubierta. Abstraído, digo, en mi estupenda silueta parecida a una estaca, oh inocente y
vanidoso ser, no me percaté de que lo que confundí con raudo y veloz aterrizaje
de águila, era simplemente, agitado cubo que surcaba los aires hasta
aterrizar en mi frágil cabeza imitando por unos momento a la bacía que lució
Sancho Panza ante el asombro y regocijo del personal. Qué mala leche tiene la
gente. Lo que hace la puñetera envidia. Ya me las pagará el del cubito. Con mis
habilidades adquiridas en el Máster sobre Resolución de Casos Irresolubles, que
bien caro que me costó: dos cobrecitos llenos de joyas robados en el abordaje
de la última fragata inglesa que iba a depositar sus pertenencias a una de las
Islas Caimán... ya me las pagará.
Terminado el escarnio, la mofa y los
insultos y cuando el personal siguió con sus tareas, Rocío leyó con voz
templada y muy propia, cargada del humor
que desbordaba el escrito, el cuento titulado “El olor” con un sentido del
ritmo sorprendente.
Desde el comienzo nos envuelve de una
forma sutil en su contenido e intriga con un comienzo genial : “A tu olor lo arrinconé en el último
rincón de la memoria”, para a continuación, a través del mismo, narrarnos un
viaje en un vagón del metro atestado de gente para proseguir : “Se me han
deshecho las piernas y hasta tu olor”. Al salir del vagón, la protagonista
vaciará los cajones del recuerdo.
Magnífico y, como siempre, Rocío, la gracia e
imaginación te definen.
Ismael, tras hacer un receso en el
ras ras del cepillo de raíces, volvió a leer un relato sobre un nacimiento construido con mucho sentido del humor para, a continuación, obsequiarnos con un poema. Escojo estos versos
en forma de pregunta, del poema titulado “Amparo”
¿Cómo no ampararnos
en un periódico
un libro
una cofradía
un iphone
o la más banal conversación?
Ismael, me parecen unos versos
cargados de frescura.
Ana, por su parte, nos leyó el
pequeño relato titulado “Jueves”.
A vuela pluma, como cuando se echa
la red en el agua para pescar despistados pececillos, entre mis redes capturé :
“ Jugábamos a contar historias y estas cobraban vida.
Éramos volátiles y a la vez estábamos adheridos.
La voz sumisa del deseo.
Mis venas se abren ahora todos los
jueves.”
Una magnífica historia de amor.
Conmovedora, Ana. Un placer.
Juan Antonio, tras protestar porque
no le dejaban descansar de la escoba un momento, quitándose el delantal y
cogiendo un pergamino, lo clavó con un cuchillo en el palo mayor a la altura
de su vista, momento que aprovechó para leernos un relato en el que se va
describiendo el paisaje y otros recuerdos a través de la ventana de un tren;
pequeñas huellas de otros viajes, que resurgen a través del chacahá del tren.
Muy bello, Juan Antonio.
Como dijo Cinta : “La palabra tiene
que ver directamente con el pensamiento”.
Y como dijo León:
“ Hay una cultura que sale del
malestar;
pero también hay otra que sale del
Gozo.·
Y en esta tertulia hubo varios
ejemplos de ello.
Finalizada la freganda, Javier
obsequió a la marinería con unas páginas del ensayo de Javier Cercas, “El
Impostor”, que versa sobre el engaño en la novela, en la que se transmite
una historia falsa pero que no es una mentira. Es decir, que por encima del
novelista, de lo que cuenta, el subconsciente
se entremezcla en la historia, ayudando a transmitir sucesos reales.
Esto dio lugar a un interesantísimo
debate que el menda cerró drásticamente con mi último poema titulado “Educación de autómatas”, del que
entresaco los siguientes versos que ante mi sorpresa hicieron marchar
marcialmente a los cubos, bayetas y escobas de cubierta;
“Izquierda.
¡Paaa…so!
¡Plof!
Izquierda. Izquierda.
Izquierda, derecha
Izquieda
¡Paso! ¡Paso!
Plof. Plof. Plof.
Izquierda. Izquierda.
Plof..-.plof…plof…plof….plof
Plof-….
Un humano menos
y otro dron más”
30 de junio de 2015